viernes, 11 de julio de 2008

Los elementos del amor

No podría hablar de esto sin antes comentar que la teoría no es mía. Esta teoría me la explicó una profesora (a quien le tengo mucha admiración y respeto), quien después de muchos años de estudio y vivencia del tema, nos lo explicó (si la memoria no me engaña) en una clase de metafísica. Yo lo trataré de explicar conforme mis palabras y añadiendo conclusiones propias.

Todo mi grupo de estudio estaba, obviamente, presente. Pero creo que pocos tomaron apuntes al respecto. Era de esperarse. Mi compañeros no parecían disfrutar del tema tanto como yo.

-¿Qué tiene que ver esto con el curso?- preguntaban, - ¿De qué nos va a servir esto?- decían.

Sostengo desde siempre que el amor es uno de los temas que nunca podremos evitar. En todo lugar y de cualquier modo, nos lo encontraremos. En eso se parece a la muerte.

Volviendo al tema, contaba la profesora que, para la existencia de un amor sano y verdadero, era necesario que los elementos (de los que nos hablaría inmediatamente) estuvieran no sólo presentes, sino relacionados armónicamente.

El primer elemento era el que ella llamaba "elemento motor". Se refería al sentimiento. Es decir, a aquel movimiento humano sensible por el cual nos atrae otra persona y nos sentimos impulsados a estar cerca de ella. En otras palabras, se refería al gusto físico o al agrado interior por otra persona.

Esto es completamente real, normal y necesario. Cuando conocemos a una persona puede pasar que descubramos en ella una belleza que nos llama la atención de sobremanera: el gusto físico. Del mismo, en el trato con alguien, podemos sentirnos alegres y tranquilos en su compañía, disfrutar de su personalidad y admirar su forma de ser, esto es el agrado interior.

A mi parecer, deberían existir ambos aspectos: que te guste físicamente la persona y que te agrade estar con ella. Sin embargo, se han dado casos en los que empezaron por uno de los dos lados y el segundo aspecto se fue desarrollando con el paso del tiempo.

El primer elemento es importante porque le da energía a la relación, es el impulso de la búsqueda. Sin embargo, por sí sólo, no es amor. Es sólo atracción o un sentimiento.

El segundo elemento es el elemento fundamental: el conocimiento. Este elemento tiene dos sentidos: el conocimiento de uno mismo y el conocimiento de la pareja.

Para empezar, sino uno no sabe amarse a sí mismo, ¿cómo podrá amar a alguien más? Es ilógico. "Nadie da lo que no tiene". El amor debe empezar por nosotros mismos. Es ahí donde se aprenden conceptos como la aceptación, el perdón, la apertura; entre otros que serán básicos para amar bien.

Para amarse, hay que conocerse. "Nadie ama lo que no conoce". Conócete, acéptate como eres. Mira lo que tienes dentro y lo que vas a entregar a la gente que te rodea. Si algo no te gusta, mejóralo. Pero no te odies, no te lamentes. Una buena autoestima te hará brillar como persona.

Conocerse es la base de cualquier relación. Del mismo modo, conocer a tu pareja te permitirá no sólo saber bien a quién estás amando, sino también, saber el bien que le debes procurar.

Ya lo explicaba yo cuando hablaba de amar con detalles. Por favor, si tu enamorada es alérgica al polen, no le regales flores. Si tu enamorado es asmático, no le regales una pipa. Es cosa sencilla. Sólo hay que saber qué es lo mejor para cada uno y para la persona que amas.

Conocer a tu pareja, sus sueños, sus metas, sus habilidades, etc., te ayudará a ayudarle, es decir, a que colabores con su desarrollo como persona. Ese es el verdadero fin del amor: procurarle el bien al ser amado. Sobre esto queda mucho por decir.

El tercer elemento es el elemento esencial: la voluntad. Esto es "querer querer". Es fácil haberse cruzado con alguna novela, historia romántica o canción "mata ilusiones", que lleve el eslogan "no puedo amarte, no debo amarte, no quiero amarte". Es real.

La profesora nos explicaba que podría darse el caso en el que una persona nos guste, nos agrade y conozcamos muy bien, pero que no podamos dar el siguiente paso: tomar la libre decisión de amar. Esto se da muchas veces por mil y un razones. Ya sea que la persona sea consagrada a la vida religiosa, casado (a) o incluso una persona llena de vicios y actitudes dañinas.

Cuando nos agripamos, el malestar es lo primero que experimentamos. El dolor de cabeza, el sueño, la congestión, la fiebre y otros síntomas son claros indicadores de que estamos a punto de resfriarnos (o quizá de otra cosa). Nuestra voluntad, por más fuerte que sea, no puede animarte a decir: "no me voy a resfriar". Cierto es que la sugestión es poderosa. Pero si todos lo lográramos, no existirían boticas.

El amor, por el contrario, no es una enfermedad. Sin embargo, suele tener síntomas muy claros, los cuales no enumero por tratarse de indicadores particulares y especiales en cada caso. Nadie más que uno mismo se puede dar cuenta bien de cuándo se está enamorando.

El amor es una decisión libre. No es una enfermedad ante la cual no podemos hacer nada o sólo nos queda estar pacientes y dejar que pase. El amor hay que tomarlo de manera muy consciente. Con inteligencia. Si el amor lo dejas avanzar, sin darte cuenta de que no pasará por las exigencias de tu voluntad, es completamente tu decisión. Pero llegado el momento seguramente sufrirás.

Tanta gente sufre con amores prohibidos por no haber sido lo suficientemente responsables para cortarlos cuando eran sentimientos pequeños y controlables. Enamórate de una persona consagrada, enamórate de una persona casada, enamórate de una persona que no pueda controlar sus vicios, entonces sufrirás. No lo digo yo. Basta ver la realidad.

Ante esto, cualquiera podría decir: -pero no todos los casos son iguales. No hay que ser drásticos. Hay casos en los que sí ha funcionado el amor de esa manera y han sido felices muchos años-. Yo contestaría tranquilamente: La vida es como un gran mercado. Hay de todo y para todos. Pero al igual que en el mercado, todo tiene un precio.

El cuarto elemento es el sacrificio. Es el elemento en el que amamos con actos y donde todas estas acciones se encaminan hacia el bien de la persona que se ama. Es el amor propiamente dicho.

Un trabajador que no trabaja, no es trabajador, es desempleado. Un estudiante que dice "soy estudiante y me gusta estudiar", pero no lo hace, no es estudiante. Es un vago, un mentiroso. Lo mismo pasa con el amor. Si tú dices amar y no lo haces, o si lo haces sólo de la boca para fuera, no amas. Es más, estás mintiendo.

El sacrificio se da en aquel momento en el que tu amor por alguien es tan grande que no puedes seguir guardándolo o escondiéndolo. Tienes que expresarlo. Necesitas hacerlo real. La medida del amor es la misma medida del sacrificio. Mientras más ames, más te sacrificarás.

Hasta aquí se podría pensar: -¡qué masoquista es este tipo!- No hay nada cierto en eso. A todos nos gusta la comodidad, la tranquilidad y el placer del descanso. Pero créanme, un sacrificio por amor es aún más grande que todos los placeres del mundo. Es sorprendente que nadie lo mande. Uno mismo es quien decide sacrificarse porque quiere hacerlo, porque necesita hacerlo. Si es que no les ha tocado sentirlo, no se preocupen, es algo que llega a su tiempo.

Ojo y cuidado con el tipo de sacrificio. No todo sacrificio es bueno. Sólo valen los sacrificios que buscan el bien de la persona que se ama.

Ejemplifico los dos casos:

Bueno: Cuando una mamá se queda toda la noche despierta a cuidar a su hijo enfermo.
Malo: Cuando una mamá gasta todo para hacer todos los caprichos de su hijo.

Bueno: Cuando un enamorado deja de fumar porque su enamorada sufre de asma.
Malo: Cuando el enamorado falta a clase por salir con su enamorada.

Bueno: Cuando la enamorada estudia mucho para que su enamorado se sienta orgulloso.
Malo: Cuando la enamorada accede a tener relaciones para que su enamorado se sienta bien.

Como ven, sólo es cosa de tener sentido común y pensar si lo que hacen es para el bien o el mal de su pareja. Piensen antes de hacer.

Sobre el tema, los invito a opinar. Sólo recuerden avalar realmente lo que dicen.

Puntos suspensivos.

1 comentario:

heterodoxia dijo...

¿Es el conocimiento un elemento fundamental del amor? Conocer a una persona no es amarla, ciertamente es una condición sine quan non... pero no creo que sea lo esencial (si estás entendiendo fundamental en el sentido de esencial). Saludos

Carlos Masías
http://carlos.masiasweb.com